Segunda parte de El Maestro Del Prado.
En esta ocasión el Autor y protagonista acude con su mujer e hijos a visitar unas cuevas con pinturas prehistóricas con la intención que ver la reacción que éstas causan en sus hijos.
Por otro lado un jesuita recibe un encargo del Vaticano: debe descubrir si el arte supone algún problema para la fe.
Al mismo tiempo se descubre una lucha soterrada entre dos poderes complementarios: el Señor X y sus secuaces que intentan desvincular el arte de cualquier interpretación no materialista, y los del grupo de los instructores que pretenden justo lo contrario.
Si en el primer libro, al estar narrado en primera persona, se mantiene la idea, casi hasta el final, de que los hechos son reales, en ésta obra se nota desde el principio que nos encontramos ante una obra de ficción, aunque lo hechos que narra podrían haber ocurrido, o hayan ocurrido.
El que parezca verosímil es la gran virtud de la primera obra.
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