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12 marzo 2020

FANTASMAS DE HIELO - PAUL WATSON


A principios del siglo XIX se empezaron a explorar los polos, tanto el norte como el sur, con fines científicos, comerciales y también por tener el honor de haber sido el primero en... hacer algo allí.
Fueron sobre todo los ingleses, quienes en aquella época, y después de la victoria en Trafalgar, dominaban los mares. Los mapas de ambos polos están llenos de los nombres de aquellos pioneros: en cabos, bahías, islas, montañas y cualesquiera otros accidentes geográficos susceptibles de recibir un nombre. 
Uno de los empeños más importantes de la época era intentar pasar del océano Atlántico al Pacífico por el norte, evitando así pasar por el siempre peligroso cabo de Hornos. Los ingleses se pusieron a ello y mandaron varias expediciones que terminaron con desigual suerte. La que nos ocupa en este libro estaba encabezada por sir John Franklin, un veterano del Ártico que sobrevivió a una expedición anterior comiéndose sus propias botas. 
Para ello Franklin disponía de dos barcos adaptados al hielo polar: el Erebus y el Terror, también veteranos en el hielo polar, aunque en este caso en el Sur. De hecho en la isla de Ross hay dos volcanes que llevan sus nombres. Franklin también contó con Francis Crozier, otro veterano del polo, como segundo de la expedición y comandante del Terror.
Partieron de la costa oeste de Groenlandia y se internaron en el paso del Noroeste entre la isla de Devon y la Tierra de Baffin. Pasaron su primer invierno el la isla de Beechey en donde murieron los tres primeros miembros de la expedición.
Cuando al verano siguiente las condiciones lo permitieron zarparon rumbo al sur hasta que la banquisa de hielo y el fin del verano les bloquearon. Allí se quedarían atrapados en el hielo desde finales de septiembre de 1846. En el verano de 1848, y viendo que el hielo no iba a soltar a los dos barcos, Crozier, Franklin ya había muerto, decidió abandonarlos y caminar hacia el sur buscando la América continental.
Mientras tanto en Londres,  la esposa de Franklin y su amigo John Ross movían cielo y tierra para enviar la primera de una larga lista de exploraciones de rescate.
Este libro da cuenta de aquellas expediciones que se organizaron, para echar un poco de luz sobre lo que pasó a aquella expedición. 
Y finalmente narra los esfuerzos, casi siempre de investigadores particulares, por dar con los pecios de los dos barcos, descubiertos en 2014 el Erebus y en 2018 el Terror.
En definitiva un buen libro, ameno y bien documentado. 
Recomiendo, querido Desocupado Lector, leer el libro de Dan Simmons titulado El Terror y si es posible ver la serie homónima de Amazon Prime. Ambas hacen una recreación verosímil de lo que pudieron haber sido los acontecimientos que llevaron a la desaparición de toda la expedición Franklin.



02 marzo 2020

EL PEOR VIAJE DEL MUNDO - APSLEY CHERRY-GARRAD



Querido Desocupado Lector, si eres asiduo de esta bitácora ya conocerás alguno de los libros que cuentan las expediciones contemporáneas de Amundsen y Scott. Éste es uno más de esos libros, si bien en este caso, el autor fue uno de los integrantes de la expedición inglesa.
A comienzos del siglo XX, el llegar a los polos y las exploraciones antárticas eran lo que estaba más de moda en el apasionado mundo de la Geografía. Los ingleses consideraban que estaban poco menos destinados a ser los primeros en todas partes y a ello se pusieron.  Enviaron expediciones al polo norte, al polo sur, al paso del noroeste y allí donde hubiese hielo y frío.
Scott era uno de aquellos expedicionarios. Había participado con anterioridad en expediciones polares y se propuso encabezar la primera expedición que llegara al polo sur. El caso que el noruego Amundsen, asimismo veterano explorador del polo norte, también tuvo la misma idea. Aunque oficialmente iba al polo norte, una vez en alta mar puso proa al sur y disputó a Scott la gloria de ser el primero en llegar.
Las dos expediciones tenían planeado más o menos lo mismo: llegar en primavera lo más al sur que el hielo les permitiera; instalar su campamento; dejar que llegara el invierno mientras preparaban el asalto al polo y a la primavera siguiente, partir lo antes posible para ser los primeros en llegar y que no se echase encima el otoño.
Los noruegos se prepararon durante todo el invierno. Mejoraron su equipo y entrenaron a sus perros. Los ingleses hicieron todo eso y además se pusieron a hacer expediciones científicas que apunto estuvieron de costar más de una vida. 
El autor fue protagonista de una de aquellas misiones. Era sabido que el pingüino emperador criaba en invierno, y los progenitores se turnaban para incubar el huevo llevándolo sobre sus pies. La Ciencia discutía el origen del animalito y tres ingleses hicieron el peor viaje del mundo para hacerse con un par de huevos: en pleno invierno, con temperaturas cercanas a -50 grados y con una oscuridad permanente, recorrieron cientos de millas sobre el hielo para llegar al criadero y tomar tres huevos con la intención de estudiar los embriones, con la esperanza de que el embrión iluminara tan gran enigma.
Las condiciones que soportaron fueron inhumanas. A esas temperaturas todo queda congelado inmediatamente. Los sacos de dormir debían ser descongelados noche tras noche con el calor corporal, proceso que llevaba entre una y dos horas. Encender una simple cerilla conllevaba desperdiciar tres o cuatro cajas. Cualquier objeto de metal a esas temperaturas produce graves quemaduras. Las ventiscas fueron continuas y hubo días que solamente pudieron avanzar un par de kilómetros.
Todas estas cosas y más que cuenta el autor, le llevaron a afirmar que ese fue el peor viaje del mundo.
El autor era un joven graduado de Oxford con ganas de aventura. Solicitó ir de voluntario en la expedición de Scott y sólo lo consiguió después de prometer mil libras de donativo.
En este libro, que se escribió diez años después de volver, cuenta los tres años que pasó allí. Es un libro muy completo. Habla de todo lo que ocurrió allí y da su opinión sobre lo que se hizo bien y lo que se hizo mal. También escribe, y mucho, de las distintas expediciones científicas que se hicieron y de las mediciones que se tomaron.
Quizás lo más interesante de este libro radique en las conclusiones a las que llega aunque se aparten poco de, digámoslo así, la versión oficial: Scott no llegó antes al polo por que Amundsen se le adelantó de mala manera mintiendo sobre el verdadero objetivo de su misión. La expedición estaba muy bien preparada y sólo fracasó por que se encontraron temperaturas bajísimas a su regreso, y una inoportuna ventisca les impidió llegar al siguiente depósito que les podría haber salvado la vida. Además la expedición inglesa era científica, lo de llegar al polo, siendo muy importante, no era lo principal.
Todo esto es cierto. Soy muy crítico con la figura de Scott. Me parece un mal jefe y un pésimo gestor. Cometió errores importantes como preferir los ponis a los perros o pasar de cuatro a cinco hombres en el grupo que debía realizar el asalto al polo, con lo que trastocó todo lo preparado. Además es sabido que pensaban que la exploración debía hacerse arrastrando ellos mismos los trineos en un absurdo "no pain, no glory" que finalmente les costó la vida. 
Y lo dejo aquí que si no esta entrada puede alargarse mucho más de lo habitual.