El rugby en Buenos Aires, allá se pronuncia ragby, es un deporte que sobre todo lo practican las clases adineradas en clubes privados de las zonas más ricas de la capital argentina. Originariamente lo llevaron a aquellas tierras expatriados británicos, principalmente trabajadores del ferrocarril o de emporios comerciales que tenían intereses en la región. Con el correr del tiempo se empezaron a fundar clubes locales y su práctica se desarrollo entre las élites y en los colegios privados. Hoy en día gran parte de la población argentina aún piensa que los rugbiers argentinos son una panda de pijos que viven de espaldas a la realidad social de su país. Hechos acaecidos recientemente en los que el capitán y algunos jugadores de Los Pumas, nombre con el que es conocida la selección argentina, publicaron tuits racistas y discriminatorios, no ayudaron a que la población argentina les cobrara más cariño.
En cualquier caso el rugby hace gala de unos valores que en sí son muy loables. Respeto al rival, juego duro pero limpio, apoyo al compañero, solidaridad dentro y fuera de la cancha, y por encima de todo, un respeto escrupuloso a las decisiones y a la persona del árbitro. Cuando el árbitro pita algo, los jugadores se retiran y si no se está de acuerdo, sólo y exclusivamente es el capitán el que puede dirigirse al colegiado con el debido respeto.
Otra de las tradiciones de este deporte es el tercer tiempo. Una vez acabado el partido, el equipo local organiza un refrigerio para que los dos equipos confraternicen y comenten entre ellos el desarrollo del partido. Y aquí es donde tomamos el hilo de esta novela.
Mocho, un joven adinerado e inconformista, que no ha encontrado aún su lugar en el mundo. Juega en el equipo de un colegio inglés y estudia Derecho. A lo largo de la novela nos va dando cuenta de cómo es su vida y de lo ligada que está al rugby. Nos va poniendo en situación hasta que llega al último tercio de la novela en la que se desata la acción. Los equipos del Christians y el San Roque están celebrando el tercer tiempo. A última hora ya sólo quedan unos pocos irredentos que protagonizarán un hecho que pondrá patas arriba todos los principios que deberían honrar los valores del rugby.
No parece que al autor, o a su protagonista, le convenza mucho eso de los supuestos valores del rugby. A lo largo de las páginas va desgranando hechos que se contraponen abiertamente con aquellos principios inmutables y la pretendida superioridad moral de los rugbiers. En definitiva, si no conoces el rugby, este libro te acercará a su idiosincrasia y un poco a su juego, pero también te dejará un agridulce sabor de boca, si pensabas que el rugby era diferente. No todo es tan bonito como parece.
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