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30 diciembre 2020

LOS YOUNG - JESSE FINK


Normalmente para cerrar el año suelo leerme un libro cómico, pero este año ni siquiera me he dado cuenta que de que éste podría ser el último libro de este nefasto año. 

Bueno, vamos a lo que no importa querido Desocupado Lector. 
El autor es un joven despechado por una dama que prefiere destinar su amor a otro, y para consolarse enciende su ordenador, abre una aplicación de música y, sin ser seguidor de AC/DC, pone al azar "Riff Raff" del Lp "Powerage".  Con las primeras notas su cabeza recibe el rayo epifánico que cambiará toda su vida. Desde entonces se vuelve un acérrimo seguidor de una de las bandas más grandes del Rock. Para mí la más grande. 

Muchos libros se han escrito en torno a AC/DC pero ninguno con carácter oficial al menos la aprobación de los hermanos Young. 
George fue participe de un grupo bastante famoso en Australia a finales de los 60 del siglo pasado: Easybeats. Malcom y Angus hermanos pequeños del anterior tocaban también la guitarra y empezaron haciendo versiones de los Beatles, tocando en fiestas juveniles y pubs. Cuando ficharon a Bon Scott, también mayor que ellos y que gozó de sus quince minutos de fama en The Valentines, dieron un salto de calidad, que George y su viejo socio Harry Vanda supieron canalizar. 
A partir de entonces por el círculo próximo a los hermanos desfilarán un sin fin de colaboradores: bajistas, baterías, un par de cantantes, managers, productores, y toda la caterva que acompaña a los grandes grupos. Cuanto más grande es el grupo, más grande es la comitiva que arrastra. 
Los Young siempre se han comportado como un clan cerrado. Es difícil entrar en él y ganarse su confianza. Pero como entres y pierdas su confianza, estás fuera.
Varios miembros de la banda salieron y tuvieron que buscarse las habichuelas lejos de los focos que iluminan a Angus y Malcom. Mark Evans, Simon Wright, Chris Slade, aunque éste tiene el honor de volver de vez en cuando, cuando Rudd, el batería titular, tiene problemillas. Incluso se llegó a rumorear que Bon Scott, el carismático cantante, estuvo más fuera que dentro. Nunca se llegó a saber ya que murió borracho en Londres dentro de un Renault 5. 
Muchos han sido los que han quedado en el camino pero los motivos por los que fueron apartados sólo los saben los hermanos Young.
El autor llega a la conclusión de que los Young han sido cicateros con los que les han arropado y ayudado a llegar a donde están. Además llevan casi treinta años sin sacar una canción a la altura de sus grandes clásicos: la última de ellas es Thunderstruck de 1990. 
Quizás la muerte de Bon Scott tuviera algo que ver en la pérdida de calidad. Y aun así siguen siendo venerados por sus fans. 
El libro se pregunta porqué la música de AC/DC ha llegado a ser tan grande. Porqué tiene tantos seguidores a lo largo y ancho del planeta. Cómo un grupo del que se dice que lleva cuarenta años haciendo el mismo disco ha llegado a ser la banda más importante de la Tierra.
La respuesta no es sencilla. Todos están de acuerdo en que la combinación de las guitarras de Malcom y Angus sonando al unísono, la efectividad del bajo de Cliff Williams, el metrónomo de Phil Rudd y la voz de Scott primero y Johnson después, hacen una todo perfecto. De una falsa simplicidad, que en realidad, lo que ofrece es simple y directo Rock. Muchos grupos han intentado acercarse al sonido de AC/DC pero... no son lo mismo. 

Yo no soy objetivo. AC/DC son mi grupo. No suelo oír su música. Ya lo hice hace muchos años y lo que hacen ahora no me llega tanto. Prefiero tomar pequeños sorbitos, una canción aquí otra allá, en vez de una botella entera. Siguen sonando a quienes son y ese es el mejor cumplido que se les puede hacer. Aunque tengo un amigo que piensa que están acabados. 

A mis padres nunca les ha gustado la música que escuchaba. Sobre todo Rock y Heavy de los 80. Recuerdo hace muchos años estar sentado viendo la televisión. Mi padre leía el periódico sentado en el sillón. En la tele estaban poniendo un video de AC/DC. No recuerdo cuál. A media canción mi padre me dice: "No entiendo cómo te puede gustar eso". Yo le dije: "Pues parece que a tu pie sí que le gusta." Y es que su pie iba siguiendo el ritmo inconscientemente. Si oyes una canción de AC/DC y tu pie o tu cabeza no siguen el ritmo, preocúpate. Seguramente estés muerto por dentro.


 

23 diciembre 2020

HISTORIA DE ESPAÑA, PREHISTORIA I - ALFONSO MOURE ROMANILLO


Este volumen se encarga de la presencia del Hombre en la península Ibérica. Nos habla de los hallazgos arqueológicos, de los restos encontrados por toda península, y de la evolución paso a paso. 
A grandes rasgos el hombre lleva por estos lares aproximadamente un millón trescientos mil años. Lo escribo en letras para que nos demos cuenta, querido Desocupado Lector, de lo que dicha cantidad significa. De ese millón y medio escaso de años, la Historia apenas abarca unos dos mil años, es decir, un millón doscientos noventa y ocho mil años no están documentados, y hay que recurrir a otros métodos para averiguar qué pasó por aquel entonces. 
El autor, que fue director del Museo Arqueológico Nacional, nos guía a lo largo de esos años. Nos informa de los lugares en los que la presencia humana dejó huella, y nos explica e interpreta dichos hallazgos. Atapuerca, Altamira, y muchos otros yacimientos pueblan el suelo de la península. Y los neandertales dominaban el territorio hasta que, sin saber todavía muy bien porqué, en torno al año 35.000 antes de nuestra era, desaparecieron. Los cromañones tomaron el relevo y desde entonces los vestigios se multiplicaron. 
A partir del 1500 a.C. ya podemos hablar de unas sociedades bastante asentadas. Se domestican animales, se siembran y recogen cereales y legumbres, se pastorea. Y poco a poco se van abandonando las cuevas por otras habitaciones más cómodas y adecuadas. El Hombre deja de ser presa para ser predador, o dominador. 
A principios del primer milenio antes de Cristo, los fenicios, los cartagineses y los griegos, van teniendo contacto con indígenas de las costas del mediterráneo y hasta el mítico reino de Tartessos. 
La península se divide en tres zonas: ibérica, celtibérica y céltica, en donde se desarrollan diferentes culturas con algunos puntos comunes. Aquí es donde se centra el meollo del libro: en el análisis de cada una de las tres culturas que cohabitaron al mismo tiempo. 
Los iberos estuvieron fuertemente influenciados por las culturas orientales del Mediterráneo. Los celtas de la zona occidental formaban parte de las tribus indoeuropeas que se asentaron en Europa occidental y fueron penetrando en la península a lo largo del tiempo. Justo entre unos y otros estaban los celtíberos, que desarrollaron una cultura propia con influencias de los dos pueblos.
A finales del siglo III todo cambio definitivamente. Cartago y Roma se encuentran enzarzados en una guerra comercial y cruenta que venía de lejos. Los intereses de unos y de otros chocaban en el Mediterráneo constantemente y eso hizo que Roma se asentara en la zona nororiental, mientras Cartago lo hacia en la zona sur. Abreviando que no es cuestión que ataña a este libro, Roma acabó con Cartago que ya nunca volvió a incomodar y Roma empezaba a dar los primeros pasos de su posterior Imperio. 
Pero Roma había venido a quedarse. Iberia era rica en minerales y Roma los necesitaba, así que unas veces por la buenas y otras por las malas, se hizo con ellos. Finalmente la guerra estalló y hasta el 210 estuvieron dándose de palos, hasta que Escipión tomo Numancia. Y aunque el control de la península no se consiguió hasta un par de siglos después, el proceso de romanización cambió la fisonomía de todo el territorio y sus gentes para siempre. 
Hasta aquí llega el libro.
No todo es Historia con mayúsculas en este volumen. También nos habla de arte, tradiciones, vestuario, alimentación. Es la pequeña historia tantas veces marginada. 
Al final de la obra tiene una especie de pequeños apéndices, extremadamente breves, pero de gran contenido informativo. 
Un buen libro divulgativo, lástima que la edición electrónica no tenga imágenes, mapas y otras lindezas que convertirían este volumen en algo magnífico. 





 

11 diciembre 2020

EL CIENTÍFICO LOCO - L.GARLASCHELLI / A. CARRER


Cuando alguien habla de un científico loco a todos nos viene a la memoria algo así como un genio de pelos largos, despeinados, un remedo de un Einstein, con bata blanca, un montón de bolis en el bolsillo superior de su bata blanca y unas gafas rotas aseguradas con papel celo. Esta imagen que tenemos de los agentes de la ciencia, ha venido gestándose desde finales del siglo XVIII. Pero fue, quizás, con el Frankenstein de Mary Shelly, y posteriormente con el cine, cuando se incardinó profundamente en el imaginario colectivo. 
Este volumen nos cuenta la obra de algunos de esos científicos que colaboraron activamente en dar al científico esa aurea de locura. 
Durante el siglo XIX las ciencias estaban en mantillas, y en muchos casos, se experimentaba con técnicas que hoy en día vemos con recelo, o si no éticamente rechazables. Petrificadores, resucitadores, pesadores de almas, lobotomizadores. Son sólo algunos de los que pueblan estas páginas. También durante el siglo XX se experimentó sobre todo con la mente humana. Freud y muchos de sus discípulos hicieron experimentos en muchos casos censurables y con desatrosos resultados. Después de la II Guerra Mundial hubo un augue de los experimentos sexuales, y la búsqueda de nuevas drogas para tratar las enfermedades mentales, dieron como resultado el LSD y un montón de drogas de diseño que influyeron profundamente en aquellos que las tomaron. La Guerra Fría también tuvo su protagonismo y se gastaron grandes cantidades de dinero en experimentos, que a día de hoy podríamos considerar, bastante pintorescos. La peli de Los Hombres Que Miraban Fijamente A Las Cabras, está basada en hechos reales. La CIA y el Ejército americano indagaron el potencial militar de las fuerzas parapsicológicas y crearon un pelotón de gente con poderes extrasensoriales.
Pero no todos van a ser chalados, otros científicos, como Tesla, ahora son venerados como gurús de la nueva tecnología, pero durante su vida fueron visionarios y eran percibidos como chalados. 
Muchos de aquellos experimentos quedaron en el olvido, pero otros han dado lugar a que conozcamos la ciencia tal y como la conocemos.

10 diciembre 2020

EL VIAJE DE UN EGIPTÓLOGO INGENUO - TITO VIVAS


Con apenas once años y después de ver En Busca Del Arca Perdida, el autor viaja con sus padres a Egipto y enseguida supo a qué quería dedicar su vida. 
Años más tarde nos cuenta en este libro autobiográfico un viaje de madurez desde El Cairo hasta el sur de Egipto, recorriendo los monumentos más importantes y algunos otros más desconocidos. En su periplo tampoco faltan otros acontecimientos más mundanos, como el encuentro con viejos amigos, y la narración de anécdotas acaecidas a lo largo de su carrera como arqueólogo. También nos narra en primera persona como fue el primero en abrir una tumba como un remedo de un actual Howard Carter.
También destila odio hacia los turistas de chancleta ,gorra y turoperador. Arremete contra ellos sin piedad, aunque al mismo tiempo idolatra a los primeros turistas de allá por el siglo XIX. 
Pienso que a ninguno le gusta ser tachado de turista, todos preferiríamos ser reconocidos como viajeros, sobre todo cuando acudimos a un destino más cultural que de esparcimiento. Yo en cambio reivindico el título de turista. Cuando alguien acude a Egipto, Roma o Tumbuctú, lo hace porque le interesa lo que ese destino le puede ofrecer. Su sed intelectual, sin duda, quedará saciada con ver las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino,  más alguna que otra momia que le enseñen en el museo. Hay otros turistas que sólo ansían llenar su panza en destinos foráneos. No todo el mundo tiene la misma sed de conocimientos, pero sí el ansia de ver cosas que en nuestra casa no tenemos. Si no fuera así, nadie viajaría. 
Yo reconozco que soy de ver muchas cosas. Me gusta ver. A lo mejor no entiendo lo que estoy mirando, ni la Historia que lo rodea, pero me gusta ver todo lo que pueda. Soy un acaparador de mala memoria. Mira que algo queda. 
En cualquier caso, el mismo autor se reconoce a sí mismo como turista en las páginas finales del libro. Y es que todos estamos en el mismo planeta que turistea por el espacio sin llegar a ningún destino conocido.