Claudio Eliano fue un autor romano que nació a finales del siglo II en tiempos del emperador Septimio Severo. Fue profesor de retórica y escritor. Sólo han llegado hasta nuestros tiempos dos obras: Historias de los Animales y ésta que nos ocupa. Pese a que su lengua materna era el latín, hablaba el griego con tal fluidez y pasión que escribía sus obras en este idioma y era llamado Meliglotos o lo que es lo mismo en román paladino Lengua de Miel.
La obra que nos ocupa es un miscelánea de hecho y cosas curiosas. Está escrito a salto de mata, sin ningún afán organizador. Es un compendio de cosas chulísimas de las que presumir en una charla de bar con los amigos. Parece ser que esta obra fue escrita para dar a sus alumnos una base cultural con la que adornar sus discursos. Como cuando el ínclito prócer patrio dijo aquello de que la tierra pertenecía al viento, o algo así.
La mayoría de las historias, la mayoría de apenas media página de largo, son sobre personajes griegos. Por sus páginas pasan estrellas como Sócrates, Platón, Aristóteles, y Alejandro, después llamado el Magno. Pericles, varios Dionisios y Ptolomeos, Tucídides, Solón de Atenas, etc.
Como curiosidad cuenta la historia de Rodopis, una concubina muy hermosa, y Psamético, faraón de Egipto a la sazón.
Un día que la Rodopis se hallaba refrescando en un río, vino un ágila y afanó un zapato. Cuando llegó volando a Menfis, cansada del zapato lo dejó caer, y cayó nada menos que en el regazo de Psamético, que se hallaba sentado impartiendo justicia. Patidifuso por este hecho observo el zapato y lo bien hecho y hermoso que era. Así que ni corto ni perezoso ordenó que se removieran los cielos y las tierras en busca de la dueña de aquel zapato. No cuenta Eliano si Rodopis tenía tres malvadas hermanastras, pero el caso es que finalmente se dio con la propietaria y Psamético la hizo su esposa.
No sé pero esta historia me suena.
Es un libro para leer a ratos.
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