Durante la Guerra Civil española parte de los cuadros del museo del Prado fueron trasladados a Valencia para protegerlos de las bombas y del asedio que sufrió Madrid durante casi toda la guerra.
El Autor aprovecha que el Turia pasa por Valencia para rodear esta historia real de una serie de personajes ficticios que dan forma a una historia con visos de verosimilitud.
El general Gallardo, sublevado contra el Gobierno de la República, acuerda con un general alemán la entrega de parte de la colección de monedas del museo Arqueológico a cambio de la intervención de la Luftwafe, la aviación alemana, en la guerra a favor del bando Nacional. También pactará la entrega del autorretrato de Durero y las Meninas para que también intervenga la Werhmacht, el ejército de tierra.
Gallardo habla con Santurce, un empresario valenciano poco escrupuloso, que aprovecha la guerra para hacerse rico tratando con ambos bandos, para que robe las monedas y los cuadros.
Éste tirando de amistades y sobornos consigue que los cuadros sean trasladados a Valencia, donde será más fácil hacerse con ellos. En Valencia son custodiados en la iglesia del Patriarca y la torre de Serranos.
Por otro lado a principios de los años ochenta, un periodista en horas bajas recibe el encargo de darle lustre a Santurce, el empresario, a quien el ayuntamiento valenciano quiere hacer un homenaje por creerle un héroe de la Republica. Santurce murió en circunstancias poco claras en Berlín en otoño de 1937 mientras realizaba, supuestamente, una misión para impedir la intervención alemana en la guerra. La investigación le hará darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce.
Luego hay unas cuantas parejas de personajes que dan contenido a la historia.
Sin ser un gran libro se deja leer bien aunque he detectado un par de fallos bastante llamativos.
El primero es cuando los restauradores del museo preparan los cuadros para el traslado. Dice que los envuelven en plástico. No estoy muy seguro de que en octubre del 36 hubiese plástico en España. Es más que probable que utilizarán paja o estopa o incluso borra.
El segundo fallo es cuando habla de doce camiones para trasladar los cuadros de Valencia a Barcelona y dice que las Meninas y el Durero van en el "doceavo camión". Lo correcto habría sido duodécimo.
También me llama la atención que el autor no demuestra demasiada inquina contra el bando golpista e incluso que los personajes repartan culpas por igual.
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