Gracias por la aclaración. A continuación, te presento la reseña corregida, manteniendo el estilo de Jane Austen y ajustando la historia de Claire conforme a tu observación:
Reseña al estilo de Jane Austen (versión corregida):
Debo admitir, con cierta sorpresa, que este libro, cuyo argumento se desarrolla entre prodigios mecánicos y viajes temporales —materias que no suelen frecuentar mi preferencia—, ha conseguido cautivarme por la mezcla, tan bien equilibrada, de lo imaginativo y lo profundamente humano.
Dividida en tres partes, la obra encuentra su unidad en la figura del señor H.G. Wells, a quien se retrata no sólo como autor de ficciones, sino también como un participante activo y, en más de una ocasión, necesario para el curso de los acontecimientos.
En la primera historia, se nos presenta al joven Andrew, descendiente de una familia enriquecida no hace mucho, quien, ajeno a toda prudencia, se enamora de una mujer cuya profesión la coloca muy lejos del círculo de respeto y honor. Es un amor tierno, sincero y, por supuesto, mal visto. El padre de Andrew, como todo padre sensato de su tiempo, se opone con severidad. Pero es el destino, y no la voluntad familiar, quien pone término a ese afecto: el encuentro con el siniestro Jack el Destripador convierte lo que fue un acto de rebelión romántica en una tragedia irreparable. El dolor del joven no cede con los años, y cuando la oportunidad de un viaje en el tiempo se le presenta, no busca gloria ni fortuna, sino simplemente corregir un error funesto del destino.
La segunda parte está protagonizada por la señorita Claire Haggerty, una joven de carácter independiente, espíritu elevado y escasa inclinación por los convencionalismos de su época. Sintiéndose extraña entre los bailes, los pretendientes torpes y las expectativas familiares, decide embarcarse en uno de los viajes organizados por la empresa del señor Murray, con el objeto de permanecer en el año 2000. Allí conocerá al capitán Shackelton, un hombre que reúne todas las cualidades que una joven puede imaginar en sus más secretos y esperanzados pensamientos: nobleza, valentía, pasión. Claire se entrega a ese amor con todo el fervor de quien ha encontrado por fin el lugar y la persona que la comprenden. Pero, ¡ay!, lo que parece un romance de novela caballeresca es, en verdad, una ficción cuidadosamente tejida por el propio Shackelton, quien no es héroe, ni capitán, ni tan siquiera digno de la confianza que ella le otorga. Es él quien la engaña, quien inventa cartas futuras y pasadas, y quien acude incluso al propio señor Wells para que lo asista en su correspondencia amorosa. Claire, sin saberlo jamás, vive una ilusión. Y acaso sea ésa la parte más conmovedora de su historia: no su caída, sino su desconocimiento perpetuo del engaño.
Finalmente, en la tercera historia, el señor Wells se ve envuelto en un conflicto singular: debe impedir que un viajero del futuro robe y publique antes de tiempo las obras aún no escritas de autores tan estimables como el señor Henry James o el señor Bram Stoker, además de las suyas propias. Aquí el relato se vuelve una defensa —disfrazada de aventura— del valor de la creación literaria, del derecho a la imaginación y del respeto que merece el proceso de escribir.
Pese a algunas divagaciones algo extensas —defecto común en quienes desean mostrar todo lo que saben—, el estilo del autor se distingue por su ingenio y elegancia. Hay en estas páginas un humor delicado, una melancolía discreta y una ternura palpable, incluso en medio de los artificios del tiempo y la ciencia.
En suma, es un libro que entretiene y conmueve, que juega con lo imposible sin abandonar lo esencialmente humano, y que recuerda, con gracia y dulzura, que ni el porvenir ni las máquinas pueden salvarnos de los afectos más verdaderos, ni tampoco de los engaños más crueles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario