Catalina es una actriz frustrada. Con 30 años aún no ha conseguido asentarse en su profesión y vive en una habitación sin ventana en un piso compartido, teniendo citas frustrantes en Tinder, y malviviendo con un sueldo de teleoperadora. Un fin de semana vuelve al pueblo y ayuda a su madre a recoger la casa de su tía fallecida. En el desván encuentra unos cuadros muy monos y decide sacarse un dinerito vendiéndolos en el Rastro. Por allí pasa un marchante que le dice que esos cuadros son maravillosos y que podría sacar una buena cantidad de pasta por ellos.
Catalina le ha dicho al marchante que los cuadros son suyos y el marchante idea una campaña publicitaria para vender los cuadros. Organizan una exposición restringida para unos cuantos entendidos y Catalina está a punto de meter la pata. Sólo Mikel Avendaño, un artista reconocido, se da cuenta del engaño y choca con Catalina.
El marchante se enfada mucho con Catalina porque ha estado a punto de echarlo todo a perder y a ella no se le ocurre otra cosa que pedirle ayuda a Avendaño para conseguir que todo el mundo crea que ella es la verdadera autora, aunque sufre un bloqueo creativo por el fallecimiento de su tía.
Al principio las cosas entre los dos van mal pero la química hace su efecto y terminan enrollándose en una tormentosa relación de idas y venidas.
Finalmente se descubre el pastel de que los cuadros no son suyos y el día de la exposición inaugural Catalina monta un espectáculo tal que acaba con varios mieles de euros en su cartera.
Mikel y la prota han roto y ella se reinventa como dramaturga y actriz. Una noche Mikel va ver la función y vuelve a surgir la chispa.
Lo mejor del libro son las contestaciones que los dos protagonistas se dan el uno al otro, son ingeniosas y son entretenidas. No me ha gustado las escenas de porno. Demasiado largas y no creo que aporten nada al libro.
Una de las cosas que me he preguntado leyendo este libro es por qué se ponen los títulos de los capítulos al principio del capítulo y no al final. Reconozco que cuando me leo un libro con títulos en los capítulos paso por encima sin enterarme, pero a veces, cuando he terminado de leer el capítulo, he vuelto atrás para saber como se llamaba y la verdad, creo que el título cobra más sentido de esta manera.
VALE
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