Tienen los ingleses la rara habilidad de que sus victorias militares sean recordadas y estudiadas, y formen parte de la cultura colectiva. De sus victorias, ya ni hablar. En cambio los españoles, con el mismo bagaje histórico o similar, desconocemos hechos gloriosos o simplemente , nos da reparo considerarlos como tales. Yo soy de los que considera que la Historia de España debe ser si no estudiada, por lo menos conocida. Lo del revisionismo histórico lo dejaremos para otro día.
El libro que nos ocupa trata del Erebus y uno de esos sonoros fracasos, convertido en una epopeya sólo al alcance de oficiales británicos. Estos hechos ya han salido en este bitácora en numerosas ocasiones, querido Desocupado Lector. Sólo tendrás que buscar en las etiquetas que aparecen más abajo de esta entrada: expediciones polares e historia naval.
A continuación una breve introducción histórica.
A raíz del enclaustramiento de Napoleón en Santa Elena en 1815 y la caída de su imperio, los británicos se hicieron con el control de los mares. Como ya no había guerras que librar, la investigación de la naturaleza tomó gran importancia: Malaspina, Humbold, Darwin. Inglaterra buscó entonces una ruta más corta para llegar a sus colonias orientales a través del Ártico americano y fueron muchos los que buscaron la ruta del Noroeste.
Al lío con lo que nos ocupa.
El Erebus y el Terror, gemelo y compañero de fatigas, fueron construidos como bombardas, un tipo de barco especialmente diseñado para disparar este tipo de arma. Es un cañón corto, de boca ancha, para hacer tiros muy altos y sortear las defensas costeras, disparando a corta distancia. Lo que conocemos ahora como mortero. El retroceso de la bombarda hacía que el barco cabecease, así que se diseñaron los barcos con un fondo prácticamente plano y mucho calado para aguantar los disparos.
Fue mandado al Mediterráneo a mantener a raya a los turcos y a apoyar la guerra de independencia griega. Fue devuelto a Inglaterra y fue separado del servicio. Después de ser enviado de nuevo a los astilleros para adaptarlo a la navegación polar, con la instalación de refuerzos y un sistema de calefacción por agua caliente, fue enviado a la Antártida. En esta ocasión la expedición estaba al mando de James Clark Ross y su segundo, al mando del Terror, fue Crozier.
Después de unos años en el hielo volvió a Londres.
Una nueva expedición intentaría encontrar el paso del Noroeste. El mando se le dio a Franklin. Otro veterano del hielo que sobrevivió comiéndose sus propias botas en una ocasión anterior, y de la que salió convertido en casi un héroe. Crozier sería su segundo. La historia de esta expedición ya ha sido contada en esta bitácora, y se puede incluso ver una serie bastante digna, llamada El Terror. En resumen, los dos barcos y toda su tripulación desaparecieron. Sí dejaron rastros de cómo fueron sus últimos días, pero no ha sido hasta hace pocos años que se han encontrado los pecios de los dos barcos.
El Autor es famoso por ser uno de los miembros de los Monty Python. Pero eso no debe llevarnos a engaño. Palin ha sido presidente de la Real Sociedad Geográfica Británica de 2009 a 2012. Por tanto no es un autor que hable desde el desconocimiento. Ha visitado los sitios que fueron testigos de la presencia del Erebus y nos cuenta su historia con agilidad y desparpajo, sin dejar por ello de ser exhaustivo.