Por causas técnicas me veo obligado a no publicar imágenes de los próximos libros. Espero poder volver a hacerlo en un futuro no muy lejano.
Gracias por tu comprensión querido Desocupado Lector.
El libro que nos ocupa tiene difícil encaje en las etiquetas existentes en esta bitácora. No obstante sí hay algún libro similar como el Procopio de Cesarea, que escribió un libro para vituperar al emperador Justiniano.
En este caso el autor recoge críticas musicales desde principios del siglo XIX, hasta mediados del siglo XX. Son todas sin excepción malas críticas, tanto a las obras musicales como a sus autores. No se libra ni uno de los actualmente considerados grandes músicos: Beethoven, Chopin, Wagner, Verdi, etc. Y también algunos otros músicos que a día de hoy son ilustres desconocidos.
Cuanto más famoso y novedoso es un autor más críticas adversas recibe. Formas musicales novedosas aterrorizan al crítico. Y obras que hoy consideramos como maestras, la Novena de Beethoven por ejemplo, en su tiempo fue tachada de insufrible, cacofónica y excesivamente larga.
En otras ocasiones el mismo crítico, años después considera una obra maestra lo que hace apenas diez o doce era una aberración.
Como el autor dice el único defecto de los críticos es que confunden sus arraigados hábitos de escucha con un ideal inalterable de belleza y perfección.
Ahora unos pocos ejemplos:
Ahora unos pocos ejemplos:
Le Sacre du Printemps, La Consagración de la Primavera, debería llamarse Le Massacre du Printemps.
Chopin emplea modulaciones tan toscas que muy experto tiene que ser el oyente para darse cuenta de cuando el intérprete se equivoca de nota.
Arnold Schoember está loco como una cabra o es un estafador terriblemente listo.
Wagner se cree el Dalai Lama y por lo tanto considera que sus excrementos son la emanación de su espíritu divino.
Otros críticos son más contemporizadores y escriben que con frecuencia la música que a una generación le ha parecido oscura, a la siguiente le ha parecido clara e inteligible.
Finalmente sólo dos notas más.
Sobre la Novena por excelencia escribe el crítico: "el último movimiento, una coral, es heterogéneo. No guarda ninguna relación con el resto y la falta de una forma inteligible es evidente."
También se pregunta si la sordera del autor tendrá algo que ver.
Max Reger, ignoto para mí autor, contestó así a un crítico: "Estoy sentado en el cuarto más pequeño de mi casa. Tengo su crítica delante de mí. Dentro de un momento estará detrás de mí."
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