Esta historia se desarrolla tan pronto como a finales del siglo XIX, o tan tarde como a principios del siglo XX.
Claudio Bonbarnac es un reportero que viaja por el Cáucaso cuando recibe un telegrama de su revista, El Siglo XX de París, ordenándole que se embarque en un tren que va desde Tiflis, G-E-O-R-G-I-A, no yorya, a Pekín. Y allí va en busca de un buen reportaje. A lo largo del viaje se encontrará con diversos personajes: un matrimonio de actores de segunda fila, un vendedor de dientes postizos, una compradora de pelo para pelucas, un médico militar ruso, un soberbio caballero inglés, y algunos personajes más que darán alguna que otra sorpresa. Durante el viaje visitará evocadoras ciudades como Samarkanda o atravesará el desierto de Gobi, y de todas ellas nos irá contando con un estilo muy del gusto de la época, todo lo que ve. E incluso a veces lo que no. También flotará en el ambiente la posibilidad de ser atacados por bandoleros y algunos personajes se revelarán como lo que no son.
En definitiva un libro de viajes con un poco de aventura, narrado a la antigua pero ágil y entretenido.
Hace muchos años, siendo adolescente, me regalaron dos libros por mi cumpleaños. Uno creo que era Miguel Strogoff y el otro este Claudio Bonbarnac. Por una cosas y otras nunca tuve el impulso de leerlo, a pesar de llevar en su portada un señor con una espada en actitud belicosa. Sentía que tenía una cuenta pendiente con este libro y esa ha sido la razón para leerlo casi anfaenta años después.
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