Una joven, Alaska, es encontrada muerta en la playa de un lago. La policía acude a investigar y en un par de días se descubre el pastel y el asesino es condenado a prisión.
Diez años más tarde el caso vuelve al candelero. La mujer del inspector Gahalowood descubre una anónimo en su buzón en el que dicen que el asesino de Alaska anda suelto. El escritor Marcus Goldman y su amigo el inspector de policía Gahalowood se ponen manos a la obra para averiguar que pasó.
¿Quién era en realidad Alaska Sanders? ¿Qué pintaba una joven prometedora en un pequeño pueblo de New Hampshire? ¿Qué esconden todos aquellos que la rodean? Secretos ocultos que dudan en aparecer o aparecer sesgadamente.
A lo largo del libro la historia avanza y retrocede y se entrecruza con otras historias que ya hemos leído de este Autor. Su habilidad para tejer una red en la que todas las historias que toca es enorme, tan es así que en algún momento se hace difícil de seguir, sobre todo, como es mi caso, que no recuerdo muy bien qué paso en los otros libros.
Aún así es un libro adictivo, bien escrito y traducido.
Creo que han hecho una película o serie de el caso Harry Quebert. Algún día la veré. Supongo.
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