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23 diciembre 2020

HISTORIA DE ESPAÑA, PREHISTORIA I - ALFONSO MOURE ROMANILLO


Este volumen se encarga de la presencia del Hombre en la península Ibérica. Nos habla de los hallazgos arqueológicos, de los restos encontrados por toda península, y de la evolución paso a paso. 
A grandes rasgos el hombre lleva por estos lares aproximadamente un millón trescientos mil años. Lo escribo en letras para que nos demos cuenta, querido Desocupado Lector, de lo que dicha cantidad significa. De ese millón y medio escaso de años, la Historia apenas abarca unos dos mil años, es decir, un millón doscientos noventa y ocho mil años no están documentados, y hay que recurrir a otros métodos para averiguar qué pasó por aquel entonces. 
El autor, que fue director del Museo Arqueológico Nacional, nos guía a lo largo de esos años. Nos informa de los lugares en los que la presencia humana dejó huella, y nos explica e interpreta dichos hallazgos. Atapuerca, Altamira, y muchos otros yacimientos pueblan el suelo de la península. Y los neandertales dominaban el territorio hasta que, sin saber todavía muy bien porqué, en torno al año 35.000 antes de nuestra era, desaparecieron. Los cromañones tomaron el relevo y desde entonces los vestigios se multiplicaron. 
A partir del 1500 a.C. ya podemos hablar de unas sociedades bastante asentadas. Se domestican animales, se siembran y recogen cereales y legumbres, se pastorea. Y poco a poco se van abandonando las cuevas por otras habitaciones más cómodas y adecuadas. El Hombre deja de ser presa para ser predador, o dominador. 
A principios del primer milenio antes de Cristo, los fenicios, los cartagineses y los griegos, van teniendo contacto con indígenas de las costas del mediterráneo y hasta el mítico reino de Tartessos. 
La península se divide en tres zonas: ibérica, celtibérica y céltica, en donde se desarrollan diferentes culturas con algunos puntos comunes. Aquí es donde se centra el meollo del libro: en el análisis de cada una de las tres culturas que cohabitaron al mismo tiempo. 
Los iberos estuvieron fuertemente influenciados por las culturas orientales del Mediterráneo. Los celtas de la zona occidental formaban parte de las tribus indoeuropeas que se asentaron en Europa occidental y fueron penetrando en la península a lo largo del tiempo. Justo entre unos y otros estaban los celtíberos, que desarrollaron una cultura propia con influencias de los dos pueblos.
A finales del siglo III todo cambio definitivamente. Cartago y Roma se encuentran enzarzados en una guerra comercial y cruenta que venía de lejos. Los intereses de unos y de otros chocaban en el Mediterráneo constantemente y eso hizo que Roma se asentara en la zona nororiental, mientras Cartago lo hacia en la zona sur. Abreviando que no es cuestión que ataña a este libro, Roma acabó con Cartago que ya nunca volvió a incomodar y Roma empezaba a dar los primeros pasos de su posterior Imperio. 
Pero Roma había venido a quedarse. Iberia era rica en minerales y Roma los necesitaba, así que unas veces por la buenas y otras por las malas, se hizo con ellos. Finalmente la guerra estalló y hasta el 210 estuvieron dándose de palos, hasta que Escipión tomo Numancia. Y aunque el control de la península no se consiguió hasta un par de siglos después, el proceso de romanización cambió la fisonomía de todo el territorio y sus gentes para siempre. 
Hasta aquí llega el libro.
No todo es Historia con mayúsculas en este volumen. También nos habla de arte, tradiciones, vestuario, alimentación. Es la pequeña historia tantas veces marginada. 
Al final de la obra tiene una especie de pequeños apéndices, extremadamente breves, pero de gran contenido informativo. 
Un buen libro divulgativo, lástima que la edición electrónica no tenga imágenes, mapas y otras lindezas que convertirían este volumen en algo magnífico. 





 

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