En 1519 unos cuantos tipos se metieron en unos pocos cascarones de nuez y se propusieron llegar de aquí a las Molucas atravesando casi todos los océanos del mundo. Muchos dejaron la vida en el empeño. Otros se volvieron a España antes de lo debido y otros se quedaron, digamos, de vacaciones forzosas allí donde la mala suerte les obligó.
Finalmente dieciocho de aquellos valientes llegaron a España después de dar la vuelta a la Tierra. Tres años tardaron en hacer ese periplo.
En aquella época España y Portugal se disputaban el dominio del mar. Los nuevos territorios descubiertos en América estaban en disputa y con la mediación de la Iglesia se acordó en Tordesillas repartirse el mundo. Se fijó un meridiano en medio del Atlántico. Al este todo para los lusos, al oeste para los españoles. Esto implicaba que para ir a las islas de las especies, al otro lado del mundo, sólo hubiese un camino conocido: bordeando África y Asia. Carlos I necesitaba dinero para sus guerras en Europa, así que con ayuda privada organizó una expedición, comandada por Magallanes, un exiliado portugués, para buscar el supuesto paso del oeste y el acceso a las grandes riquezas en especias de las Molucas.
La expedición pese a ser española estaba comandada por portugueses y los roces fueron constantes. Incluso hubo deserciones. Finalmente consiguieron llegar. Magallanes murió en una refriega y Elcano hubo de tomar el mando de la expedición.
Para el tornaviaje Elcano decidió volver por la ruta portuguesa, pero navegando directamente, atravesando el Índico, hacia el cabo de Buenaesperanza. Esto suponía por un lado evitar las guarniciones portuguesas de las costas de Asia y África, pero por contra, el viaje obligaba a no poder conseguir suministros. Se llenó el barco con todo lo que se pudo de especias, comida y bebida, y se acometió la vuelta.
Hasta que no llegaron a Cabo Verde, ya en el Atlántico, no tocaron tierra, y lo hicieron por la falta de comida y bebida. Allí debieron dejar a parte de la tripulación que fue apresada por los portugueses.
Finalmente llegaron a España y Elcano fue recibido como un héroe. Pero nunca se le gratificó como se le debía y poco más tarde murió en otra expedición en medio del Pacífico.
Aprovechando que se cumple el quinto centenario de la efemérides, han proliferado los libros dedicados a esta gesta. En éste, el autor nos presenta a un Elcano bastante humano. Con sus defectos y sus bajas pasiones, pero íntegro y un excelso marinero. Magallanes y otros personajes, como Carlos I o Antonio de Pigafetta, primer cronista del viaje, no salen tan bien parados.
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