A finales del siglo XIX, España estaba sumida en una crisis profunda que atravesaba todos los ámbitos sociales, políticos y económicos. La monarquía recién restaurada y con una reina regente apenas recién parida, el turnismo oligárquico de partidos, el caciquismo, las colonias revueltas y un sin fin de problemas que no presagiaban, que de un tal país, surgiera un personaje como el que, Desocupado Lector, nos ocupa.
Isaac Peral nació en Cartagena siendo su padre marino destinado a aquella ciudad. A los pocos años ingresó en la Escuela Naval y ocupó diversos puestos tanto en la península como en las Filipinas. A su vuelta presentó al Ministerio de Marina su plan de crear un torpedero sumergible que pudiera hacer frente a los grandes acorazados que imperaban en aquella época y sobre todo, fue ideado para proteger los puertos dada su poca autonomía. La idea gustó y le facilitaron los medios para poner en marcha el proyecto. Y como suele pasar, el presupuesto se disparó, los plazos no se cumplieron y las pruebas, siendo buenas, no fueron suficientes para que se pudiera fabricar en serie.
El libro nos presenta a Peral como un imaginativo y preparado hombre, que con tesón y conocimientos, consiguió lo que nadie había hecho hasta entonces. Consiguió construir un sumergible que se adelantó con sus innovaciones a lo que se desarrolló en los siguientes cincuenta años.
También indaga el libro en las oscuras decisión que tomó la Comisión Técnica que imposibilitaron que el proyecto saliera adelante.
Es probable, que de haber dispuesto de un par de sumergibles en Cuba durante la guerra con Estados Unidos en el 98, la escuadra se hubiese podido salvar cuando se vio atrapada en Santiago de Cuba. Pero eso ya entra dentro de la ficción y no es tema para este apunte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario