En un mundo imaginario, donde la magia, los dioses y los mortales conviven día a día, una joven es llamada por su abuelo para nombrarla heredera y ocupar el trono de los Cienmil Reinos. O eso parece por que sus dos primos, también herederos, no están muy por la labor.
Al mismo tiempo y soterradamente se libra otra guerra milenaria entre los distintos dioses, que, dicho sea de paso, tienen más de humanos, con sus celos, su orgullo y sus cosas, que de dioses.
El universo creado por esta obra está bien logrado. Tiene todo lo que debe tener: varias culturas enfrentadas, una religión, unos cuantos conspiradores, un ambiente evocador, etcétera. No llega a la altura de la saga Dune, para mí el mejor universo literario de la ciencia ficción y la fantasía, pero está a un muy buen nivel.
Y un par de apuntes. El primero, como siempre: no me gusta que las frases de la cubierta den mucha información sobre el libro. A cuento de qué el publicista me tiene que contar el final del libro. En vez de la pésima frase "Ella lo heredará todo", sería muchísimo más adecuado un "The winner takes it all". Y mi segunda crítica: cuando estaba buscando algo que leer me incliné por la ciencia ficción y elegí este libro por su título, más o menos como hago siempre. Pero de ciencia ficción no tiene nada y aunque en esta obra no salen dragones, ni guerreros con portentosas armas, su encuadre en la fantasía es mucho más adecuado. ¿O acaso alguien en su sano juicio consideraría Juego de Tronos ciencia ficción? Pues eso.
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