Gabriel es hijo de la posguerra. Su padre pasó la guerra escondido en distintos sitios de Madrid porque se le buscaba por haber escrito en el ABC críticas de conciertos. Una vez acabada, y apretándose el cinturón se esmera en educar a su hijo de tal manera que su vida pueda florecer fuera de España.
Clases de inglés, música, una vida cultural animada, rodean a Gabriel que en su juventud se enamora de Adriana, una chica culta, que no obstante no está bien vista por la familia del chico. Gabriel estudia fuera de España gracias a una beca. Cuando vuelve Adriana ya está casada pero la llama sigue viva. No obstante Gabriel elige irse a trabajar a Estados Unidos y la relación se interrumpe.
Gabriel se ha casado y tiene un par de hijos americanos con los que apenas tiene relación y una vida de éxito social y laboral.
Adriana tuvo una hija de su marido que al poco la repudió.
En un viaje a Europa, cuarenta y siete años después, Gabriel va a ver a Adriana, ya impedida y deformada por la artritis. Pasan la tarde entre silencios y recuerdos, y casi al final, cuando Gabriel se acerca para besarla, ella le susurra que le ayude a morir.
Pero Gabriel no se atreve y vuelve a su cómoda vida americana.
La primera parte de la novela está contada sin interrupción durante páginas y páginas, encabalgando frases una detrás de otra con habilidad de orfebre. Al final del libro el narrador, un profesor español afincado en Estados Unidos, habla de lo que disfruta Gabriel de las largas frases de Proust. No es casualidad, por tanto, que esto sea así.
La segunda parte la cuenta ese mismo profesor, que en conversaciones con Gabriel, a lo largo de los años, ha ido conociendo los entresijos de su historia.
El Autor es un reconocido escritor que tiene una prosa melancólica y acogedora. Además como el libro no tiene muchas páginas se lee sin darte cuenta.
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