Un veterano de la guerra de Irak vuelve indemne a su casa de Maine. Toda parece ir bien pero un día se adentra en el bosque con su perra y se pega un tiro. Su padre, que es perro viejo, se barrunta que la amistad de su hijo con un viejo compañero de armas, Tobías, puede tener algo que ver en el suicidio de su hijo. Así que contrata a Parker para que investigue si su corazonada tiene fundamento.
Y hasta aquí puedes leer sin temor a saber más de lo que deberías.
Parker se pone a husmear y a Tobías no le hace mucha gracia que le investiguen, así que él y un grupo de veteranos le dan un pequeño susto al estilo Abu Ghraib. Ésto no hace más que espolear la investigación de Parker.
Por otro lado hay un personajes llamado Herodes que anda tras la pista de una misteriosa caja, que contiene cerrado bajo siete llaves, algo muy malo y susurrante.
Tobías y su grupo de veteranos saquearon un museo en Irak y el botín lo mandaron empaquetado a Canadá con la intención de meterlo de contrabando y sacarse un complemento a la poca pensión que les ha quedado. Entre esos objetos se encuentra la caja buscada por Herodes y que finalmente acabará en su poder.
En los últimos momentos aparecerá el Coleccionista que en una estrafalaria entente cordial con Parker, desentrañarán toda la trama, y recuperará la caja para llevársela y ponerla en un lugar seguro.
De todas las novelas de esta serie, ésta es quizás la más floja.