Iré directamente al grano: este libro es una castaña pilonga.
1938. Alaska.
El protagonista es un aviador venido a menos que es contratado por un misterioso alemán para una misión en la Antártida. Se trasladan a Berlín y allí, bajo el paraguas del Reich, se enrola en una expedición científica. En el barco que les lleva hasta allí hay un poco de todo. Un oficial de las SS muy nazi muy nazi; un marinero comunista; un médico sin escrúpulos y que fuma mucho (no lo dice pero seguro que en la imaginación del escritor sujetaba el cigarrillo entre el índice y el pulgar); unos cuantos marineros sin nombre de esos que mueren sin ton ni son; y una bióloga muy guapa muy guapa y soltera.
Ya ves por donde van los tiros, ¿a qué sí?
El resto es un toma y daca entre el triángulo amoroso formado por el piloto, el oficial de las SS y la guapa bióloga. Finalmente triunfa el amor, no te preocupes.
Hacer el comentario de este libro me da mucha pereza. Me ha parecido tan malo que estaba deseando terminarlo para perderlo de vista. Admiro a todo aquel que se enfrenta a la hoja en blanco y es capaz de escribir un libro. Valoro el esfuerzo pero a veces el resultado deja mucho que desear.
Y para no dejarte con mal sabor de boca un chiste del polo sur.
- ¿Qué le dice la foca a su madre?
- I love you mother foca.
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