Tras los atentados de las Torres Gemelas el Gobierno de los Estados Unidos de América declaró la guerra al terrorismo. En aras de la seguridad nacional, poco a poco, se fueron recortando derechos individuales, hasta que finalmente, el Estado controla todos los aspectos de la vida. La gente ya no puede pensar por sí misma; cualquiera forma de disensión, por pequeña que ésta fuera, se castiga con la vaporización.
La protagonista, una chica de secundaria a punto de graduarse, es encargada de hacer el discurso de clausura, pero durante los ensayos es detenida e interrogada. Encontrada culpable es enviada a la misteriosa Zona 9. Dicha zona es una mediocre universidad de Wisconsin del año 1959, en donde debe vivir conforme a unas estrictas normas.
Este libro es algo así como 1984 pero actualizado.
La historia no está mal pero le falta ambiente. Lo mismo podría ser 1959 que diez años después. No hay nada que nos haga pensar que está en ese año. Sólo que de vez en cuando nos lo recuerda. Ni música, ni Cadillacs, ni nada que nos recuerde a American Graffiti. Un par de apuntes cinematográficos y punto. Tampoco hay mucho choque cultural como sería de esperar, aparte de que a la prota no le guste que la gente fume.
La chica muy lista pero no es un personaje al que se le tome cariño. Francamente, me daba igual si la vaporizaban o no. Y el final del libro consiste en una panegírico de demasiadas páginas sobre lo chupi mangui que es otro personaje.
Aunque no lo parezca el libro no me ha disgustado pero es que, ahora mismo, me estoy leyendo otro libro en el que abundan los vituperios y algo se me ha pegado.