Marid Audran, un drogadicto buscavidas, reside en una ciudad árabe del norte de África, más concretamente en una parte rodeada de murallas de esa ciudad conocida como el Budayén. Esa es la zona de los bajos fondos: prostitución, bares de alterne y estriptis, drogas, delincuencia y todo lo que aquello conlleva. La policía hace la vista gorda mientras saca tajada. Marid vive allí, aunque más bien malvive. Se dedica un poco a todo pero no quiere trabajar para ningún capo del crimen. Una noche Marid acepta un trabajo: encontrar a un chico llamado Nicolás. Pero su contratador es asesinado por James Bond mientras habla con él. Marid inicia una investigación que pondrá patas arriba su mundo.
Marid Audran ha perdido lo que más deseaba: su independencia. Y además ahora debe trabajar mano a mano con la policía. Cuando un amigo suyo es asesinado Marid tomará cartas en el asunto.
Marid y su jefe han caído en desgracia y son abandonados en el desierto. A duras penas consiguen volver y tramar su venganza.
Lo más destacable de esta trilogía es su ambientación. La acción se desarrolla en un futuro no muy lejano en una ciudad árabe. El mundo occidental se ha desmembrado en multitud de pequeños Estados y el mundo árabe tiene algo parecido a una unidad cimentada en la religión musulmana y el Corán, que es fuente de todo el Derecho y que se aplica directamente.
La tecnología también está muy presente. Casi todo el mundo, excepto los integristas religiosos, llevan implantes que les permiten enchufarse dadys y modys. Los dadys permiten tener capacidades intelectuales extraordinarias, como hablar idiomas o realizar labores desconocidas, mientras que los modys te convierten en la persona que tú desees.
El personaje central se mueve en los bajos fondos como pez en el agua. Y esto es lo que más me chirría. A día de hoy el mundo musulmán no se puede decir que sea demasiado tolerante con la prostitución, las drogas y la libertad sexual. Pero en esta trilogía los bares de alterne donde se venden alcohol y drogas, bailan transexuales desnudos, y se comercia con el sexo, están a la orden del día y no llaman la atención de los poderes religiosos. Todo eso está plenamente aceptado e incluso muchos de los personajes practican todo eso a la vez. De hecho se habla de ocho sexos diferentes. Dejo a la imaginación del Desocupado Lector cuáles son esos ocho sexos, aunque como sabemos hay muchos más.
No obstante aunque las tramas no son muy originales el marco en el que se desarrollan funciona bastante bien.
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